Tristeza. Esa es la palabra que define
el resultado. No solo porque empatamos haciendo figura a su arquero.
No solo porque Siegler cobró un penal que solo él vio. No solo
porque si ganábamos quedábamos punteros junto a los otros dos que
posiblemente tengan los únicos 6 puntos que hagan en todo el
campeonato. Tristeza porque no tuvimos la posibilidad de volver a
enfrentar a Carrasco, a quién tenemos de hijo. Y sería precioso
para la vista el duelo de humos con el tola. Precioso si llevás
lentes anti niebla.
Ahora que pienso, la directiva
danubiana hizo muy bien en no contratarlo. ¿Alguien se imagina a
Carrasco cambiándoles a todos los jugadores el chip del Pecho
Sánchez en dos días? Tendrían que pasar de jugar con un punta alto
y bastante tosco con la pelota, a jugar con un simil Zambrana
corriendo a lo Marcelo Lipatín junto a otros tres delanteros. O cuatro. O cinco. Imposible. Igual se notó
que Danubio está haciendo un importante esfuerzo económico, ya que no
había parlantes para anunciar los cambios. Los pases de Goicochea y
Melazzi no les dieron para cubrir las elevadas pretensiones económicas del
exitosísimo Carrasco, por lo que hubo que recurrir a medidas
extremas, como prescindir del locutor, de elevado sueldo, y vender
los parlantes.
Dejando esto de lado, nada se le puede
reprochar a los nuestros. Dejaron todo. Se los nota unidos. Se nota
que hay un equipo donde el grupo humano es tan importante como el
juego que se ve en la cancha.
El primer tiempo propusimos, tuvimos la
pelota. Tamareo, como siempre, fue uno de los mejores en la mitad de
la cancha, junto a Macchi, que sigue teniendo tres huevos. Al papo se
lo ve más seguro con la pelota en los pies. En los últimos partidos
le ha pegado desde afuera varias veces, y a pesar que no fueron gol,
pasaron muy cerca. Hoy tuvo una que pasó al lado del palo. El papa
es un exquisito con la pelota. Da gusto verlo. Juega y hace jugar. Lo hace en todo el frente de ataque. Emocionó verlo besar el
escudo en el golazo del partido con Cerro, y con Danubio de nuevo fue uno de
los puntos altos. Semperena y Melo sacaron todo y se consolidaron. Felipe juega cada
partido mejor, y cada vez que se proyecta no lo para nadie. Rodales
tiene que mejorar en la marca, porque cuando nos atacabann por ese
lado se nos complicaba, pero cuando subía era otro jugador. Carlos
Nuñez volvía locos a los defensas. William Ferreira las peleaba
todas. Todo eso pasaba al principio, hasta que al señor Siegler se
le ocurrió inventar un penal. Solo él lo vio. Después estos tipos
se ofenden si alguien sale a los medios a decir que son malos, y
amenazan con no arbitrar.
La cosa es que empezamos abajo y eso
los motivó a ellos aún más para seguir con su estilo de juego, con mucho
defensa, mucho mediocampista y Carboni solo arriba. El sello del
pecho.
Después de bastante insistir el gol
llegó con una pelta quieta de Melo, que después de 27 tiros libres
que rebotaron en la barrera, se mandó un golazo. Pero no nos
quedamos con eso. Pezzolano la bajó de cabeza y William
Ferreira se mandó un golazo. El segundo con nuestra camiseta y el
primero del campeonato uruguayo. Esperemos que haya muchos más. Celebro que
esté mucho mejor físicamente, va a ser difícil pararlo.
Los seguimos cagando un poco a
pelotazos, pero no se dio el gol. El golero de ellos se atajó todo.
Ligamos mal, porque contra Progreso se había comido un gol él
solito. Entró Maxi Arias, que más allá de la resistencia casi unánime
de la hinchada, jugó un muy buen partido. Se lo notó firme, rápido,
cubriendo muy bien. No era facil jugar en el puesto de Semperena, que
junto a Melo venían rindiendo en gran forma.
Lamentablemente ellos tuvieron una
jugada más en lo que restó de partido y la metieron adentro. Una
calentura bárbara. Por las que desaprovechamos y por el penal ese
inventado. Y asi terminó el partido, con un empate que para ellos
es negocio. Y para nosotros no es un mal resultado, porque a pesar de
que merecimos ganar holgadamente, no se perdió.
Más allá de todo se nos dio una
alegría. No digo que algo digno de ser festejado como si hubiéramos
ganado, pero es muy importante. Volvió Royón a la cancha,
después de más de 6 meses, producto de una fractura.
Una lástima que casi ningún medio de comunicación fuera a
visitarlo. Una lástima que muy pocos periodistas le desearan pronta
recuperación, como lo hicieron con otro. Una lástima que la mayoría
del periodismo solo habla de Nacional y Peñarol. Pero lo concreto es
que volvió a jugar, y si llega a ser el de antes, es un jugador a
temer por todos los equipos. Y tenemos delanteros para rato: Nuñez,
Herrera, Scarone, Aguirre, Royón. Rauhoffer. Todos de la casa. Un
orgullo. Una competencia sana.
Seguimos sin ganar de mañana en la era
Antunez. El hecho de jugar en ese horario es un obstáculo más
grande que la altura o que la cancha de fútbol gigante que era la de
Envigado. “La mañana se hizo para otra cosa”, dijo muy bien el
Pepe Urruzmendi en La Hora de los Deportes. “No conozco ningún
crack que se levante a las 8 de la mañana”, agregó. Una verdad
absoluta. Se ve que los nuestros son muy cracks, porque cuesta. Si
nos cuesta levantarnos a nosotros, imagínense a una persona que
tiene que correr 90 minutos atrás de una pelota.