Las horas y los minutos pasaban más
lento a medida que se acercaba el partido. En esta última semana fue
dificil pensar en otra cosa. Estábamos a un paso de hacer historia.
De pasar, por primera vez, a la segunda fase de una copa
internacional. El 3 a 0 nos daba un poco de tranquilidad, pero como
dijo el tola en una entrevista: “en el fútbol, a seguro se lo
llevaron preso hace rato”.
El cuadro iba a ser el mismo que jugó
acá, con excepción de William Ferreira (el que hizo como 800 goles
en sus algo así como 3 años de estadía en Bolivar y tiene mucha
experiencia con la altura) que entró por Aguirre. Varios hinchas que
dispusieron del tiempo y dinero para hacerlo (19 personas, que no es
poca cosa) se mandaron hasta allá a acompañar al equipo. El resto
estuvimos dispersos por distintos lugares. Algunos en un bar,
sufriendo, gritando y puteando, mientras el resto de los comensales
preguntaba quién jugaba. Otros desde el exterior, recibiendo todo
tipo de insultos de los vecinos (a no ser que estés en Argentina o
en algun lugar cerca de Sudamérica, te cae como a las 3 de la
mañana). Varios pudimos disfrutarlo desde la sede con pantalla
gigante, gracias a la gestión, entre otros, de Fabián, más
conocido como pocho, que tiene la camiseta Puma de hace como 5 años
que todos quisiéramos tener.
Mientras esperábamos que llegara la
empresa a instalarlo, los hinchas estuvimos dispersos por ahí.
Varios nos conocemos ya con nombre y apellido. Otros, solamente por
las caras, son esas personas que si nos las cruzamos en la calle en
algo que no sea un partido, nos gritamos “¡vamos Liverpool eh!”.
Una gran familia reunida como si estuviéramos en la cancha: gorros,
banderas, camisetas, camperas y todo tipo de souvenir que tuviera
negro y azul servía para darle color a la cosa. Apareció un señor
de una radio a hacerles entrevistas a varios, menos a mi. Una
lástima, si me preguntaba le decía que la estrategia tenía que ser
poner a William Ferreira solo a correr y mientras él lo hacía, el
resto salía afuera a encajarse un poco de oxígeno de un tanquecito.
Ah, y de paso le decía al Toto lo mucho que lo queremos los hinchas,
que hasta le dedicamos una canción en la época de Ribas, cuando
jugábamos la liguilla.
Apareció la pantalla, pusimos Fox
Sports +, nos aprontamos todos, por primera vez el relator dice
“Liverpool de Uruguay” y enfocan a los hinchas presentes en
sucre. La multitud de la sede estalla en aplausos y se escucha el
“dale negro, dale ne”, como si estuviéramos en la cancha. Algo
precioso y emocionante. Salen los equipos a la cancha. Una banda
militar empieza a tocar algo que suena como el himno. La gran mayoría
se para con las manos atrás para cantarlo. Cuando parecía que
terminaba y los jugadores estaban prontos para aplaudir al grito de
“vamos carajo” o algo similar, los tipos seguían, con la parte
de “tiranos temblad” y todo. No paraban más. Debo reconocer que
desde los actos escolares que no escuchaba el himno entero.
¡Terminala milico que quiero que empiece! ¡Salteá el himno
boliviano! Pero no, lo tuvimos que bancar, los nervios crecían cada
vez más.
Presentan al cuadro. El comentarista de
Fox Sports dice “los dirigidos por el colo antunez”. Qué hijos
de puta que son. ¡Usen el google por lo menos, che! La otra vez este
mismo señor había dicho “el brasileño Felipe”, solo porque
tiene un nombre por apellido, como si fuera un Juan, un Diego, un
Lucio. ¡Google señores, google, wikipedia, lo mínimo!
¡Empezó! ¡Vamos Liverpool carajo!
Podemos gritar e imaginarnos varias cosas. “¡Corré vos Ferreira y
aguantá por todos!”, “¡Manhard, les diste libre a tus esclavos
de Chic Parisien para que jugaran al fútbol”1!
Por esta oportunidad, los insultos no son ni racistas ni xenofóbicos.
Como lo fue en el caso Evra, son una señal de amistad y
compañerismo.
2 minutos iban. Rodales pifia.
Semperena tira flor de patada. El juez pita. ¡No te puedo creer,
cobró penal, la puta madre! El corazón en la boca. No podemos
arrancar perdiendo apenas arrancado el partido. Pero no, amarilla
para el delantero por simular. ¡Gracias venezolano!
Primer pelota que toca el ruso, primer
plano. El comentarista le dice “Machi”, como suena, sin la doble
C. Así lo haría todo el primer tiempo y parte importante del
segundo. Ya tenemos a nuestro “Asconegüí”, “Elduayén”, o
tantos otros mal bautizados por estos señores. Ya tenemos a Felipe,
que en el partido pasado era brasilero y ahora a veces es Rodales y
viceversa. ¡ESTAMOS EN FOX “DECIMOS CUALQUIER PELOTUDEZ EN EL
RELATO” SPORTS, CARAJO! ¡LIVERPOOL NOMÁ!
Estos bolitas le pegan de todos lados.
Claro, en la altura la pelota no dobla (o al menos eso dijo Passarela
tras la derrota de Argentina frente a Ecuador en Quito, y te lo
explica un
señor en Taringa! con un montón de cosas técnicas que no
entiendo un carajo porque todavía debo matemática del liceo). Pero
Matías estaba bien firme. Tapó todas las de afuera y tapó una
especie de volea de uno que estaba muy complicada. Por suerte es
prácticamente imposible para ellos agarrarlo adelantado. Me hace
acordar al golero de la maquinita de futbolito que había en
Montevideo Shopping, cuando tener un local de maquinitas aún era
negocio. Cuando lo movías, se movía en un semicírculo que no llegaba
a tocar el área chica. Así se mueve Matías2.
Barriendo es flor de arquero. Si lo quieren sorprender de afuera,
tiene tremendos reflejos. Si llega a mejorar sus salidas, no dudo que
será de los mejores arqueros del medio.
En un tiro libre de Pezzolano en el que
la tiró al clínicas vendría el primer gran diálogo entre el
comentarista porteño y el corresponsal boliviano:
–Se quedó enojado Antunez, ¿no?
–Si
“Si” fue toda la respuesta. Se ve
que estaba medio nervioso, porque después, para sorpresa de muchos,
empezó a tirar datos importantes. Que el tola, en el 87, arrancó
como jugador y terminó dirigiendo en lo que sería nuestro ascenso a
primera. Que es un tipo temperamental, de voz fuerte, que le gusta
imponer sus dichos. Cosas que dieron a entender que el tipo era el
único informado de los tres y lo reafirmaría, ya que cada vez que
había un cambio tiraba muchos datos de quien ingresaba.
Tuvimos varias chances. Nuñez estaba
encendido. La agarraba, corría, y se armaba su propia jugada.
Elduayen (que esta vez no usó la calza que había comprado en SiSi)
le tapó todo, pero el tipo buscaba. Pezzolano mostró algo de su
clase. Ferreira corría mucho. Macchi casi hace un gol de taco. Eso
por nombrar a algunos. Todos aportando su granito y el cero a cero
final del primer tiempo nos servía. Ibamos a jugar con la
desesperación de ellos. No nos metimos atrás, salimos a buscarlo y
perfectamente podríamos haber terminado arriba. Ojo, ellos también
tuvieron sus chances y no eran el mismo instituto de lisiados contra
el que jugamos acá.
Empezó el segundo tiempo y se
complicó. Tremendo penal de Semperena. El boliviano le pegó al
medio y fuerte. No lo pudo atajar Castro. Se pusieron ellos arriba
pero tenían que hacer dos más, y encima el porteño de Fox, como
queriendo que marcháramos, decía que la serie estaba abierta, que
la U de Sucre iba por más, lo que hacía que varios de nosotros le
gritáramos cosas a la pantalla.
Pero por suerte, la alegría les duró
poco. Minutos más tarde, Felipe se mandó tremenda jugada por
izquierda, tiró el centro y, mientras Nuñez le hacía de cortina,
enganchó y se mandó un golazo. Explotaron los 19 que se mandaron
hasta Sucre. Explotó la sede, casi literalmente. Gritando
“¡Liverpool nomá!, abrazándonos entre todos, pateando lo que
estuviera a nuestro paso. La alegría era inmensa. Tan inmensa que
alguien pateó un alargue y nos quedamos momentáneamente sin señal
en la pantalla. Nos quedamos sin ver los destacadísimos comentarios
de la gente de Fox Sports. Qué lástima. Pero seguimos gritando,
saltando, abrazándonos, cantando. Era una fiesta ¿Qué importaba si
no seguíamos viendo la señal? Capaz que a los porteños se les
ocurría decir que la U de Sucre todavía podía hacer 4 goles.
Tiempo después, apareció la señal. “Está liquidada la cosa”,
dice el señor de Fox. “Ahora decis eso, eh porteño”, grita
alguien en dirección a la pantalla con total razón. Minutos
después. Scarone, aquel que habían matado a patadas en la ida, se
manda flor de corrida y define al primer palo. El grito fue aún más
fuerte. Volvieron los abrazos, los cánticos, los revoleos al viento
de lo que había a mano. No solo clasificamos, sino que ganamos. ¡Y
en la altura!
Estaba por terminar el partido, ya a
nadie le interesaba lo que decían los de Fox, cuando llegó una
nueva alegría: el corresponsal boliviano informó que varios hinchas
estábamos viendo el partido desde la sede y mandó saludos. No solo
estaba informado sino que dijo eso. Gracias, Oscar Dorado Vega,
A cada uno de nosotros se nos debe
haber cruzado un momento, un partido, un festejo. “A pesar de los
años, los momentos vividos, yo te sigo queriendo, negro, negro
querido”, cantábamos. Yo me acordé de esos momentos. Como cuando
estuvimos a un gol de clasificar a la Libertadores. Era una Liguilla.
Nos dirigía Julio Ribas. Llovía torrencialmente. Malvárez, el hijo
del contratista, hizo su único gol en Primera División en el minuto
47 del segundo tiempo antes de dedicarse a vender perfumes puerta a
puerta. Nos cagó la vida. Me acuerdo la cara mia y de mi abuelo al
salir de ese partido y lo contrarresto con este momento. ¡Liverpool
nomá! ¡Es para vos abuelo! Y para vos también, Malvárez.
1Manhard
es una empresaria dueña de Chic Parisien, La Casa de las Telas e
Indian Outlet, acusada de tener a bolivianas trabajando en su casa
en condiciones de esclavitud. Se prestaba perfecto para el chiste.
Por más información:
http://marina-morelli.blogspot.com/2012/08/el-carrasco-feudal.html
2Este
chiste se lo recontra robé a mi amigo Gustavo Pascua. Vaya el
reconocimiento para él, que exhibió orgulloso la remera retro del
año 96 que le regalé. Era la que usaba yo en esa época, de manga
larga, con el “Puritas” todo gastado y un botón para el cuello,
marca Manager (antes de que se convirtiera en mgr). Imagínese su
físico y el mio.
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